LA CAPILLA
Cuando María vino a Fátima,
Ella le dijo a los niños:
“Yo les diré lo que quiero”.
En el momento que ella dijo que quería
que se construyera una capilla en la Cova,
fue exactamente cuando el famoso milagro
del sol comenzó.
María primero señaló hacia el sol,
o lo que parecía el sol,
y después dijo que lo que quería era una Capilla
y fue entonces cuando el milagro comenzó.
En el momento preciso
en el que María dijo que quería una capilla
y señaló al sol,
el milagro comenzó.
Ella quería una capilla
porque en la capilla
está su Hijo Jesús, verdaderamente presente
y morando en el Santísimo Sacramento.
Ella señaló al sol
porque el sol representa
el poder, el amor y la gloria de Su amor.
El milagro que siguió, con los rayos de colores
fluyendo del sol, es un reflejo
de las gracias que fluyen del Santísimo Sacramento
en cada Capilla en donde Jesús es amado y adorado.
Por esto es que María
pidió una Capilla:
Ella quiere que todos vengan
a Jesús en el Santísimo Sacramento.
Su solicitud de la capilla en la Cova ha querido ser
un llamado universal por una capilla abierta en todas partes
porque Ella quiere que el mundo entero venga
a Jesús verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento.
El propósito de cada aparición Mariana
es traer incesante alabanza y gloria a Jesús
en capillas de adoración perpetua por todo el mundo.
Desde su primera aparición en 1531
en Guadalupe, México hasta Su última aparición en el mundo,
lo que María dijo que quería
era una capilla.
En 1531 en Guadalupe,
María se le apareció a un campesino azteca
llamado Juan Diego y le explicó que
quería que se construyera una pequeña capilla en la montaña.
Para darle evidencia al Obispo
de que la aparición era auténtica
florecieron rosas en la nieve
en pleno invierno.
Cuando Juan Diego le llevó
las rosas al Obispo,
una imagen de la Virgen apareció
permanente e indeleblemente en la tilma.
Después de más de cuatro siglos y medio
la imagen sigue en la tilma
hablando a cada generación en todas partes del mundo
que lo que Nuestra Señora quiere es una capilla para Su Hijo.
María viene a la tierra,
no para llamar la atención hacia Ella,
sino más bien para llevarnos
ante la Presencia de Jesús.
En 1858 Nuestra Señora apareció
en Lourdes, Francia y dijo:
“Vayan y digan a los sacerdotes
que construyan una capilla”.
Bernadette le dijo al sacerdote:
“La Señora me ordenó
decirle a usted que
Ella desea tener una capilla”.
Los sacerdotes pidieron una señal,
pero Nuestra Señora sólo sonrió
y Bernadette simplemente le dijo al padre:
“La Virgen quiere una capilla”.
En 1932 María apareció
en Beaurang, Bélgica
en donde los visionarios le hicieron la pregunta:
“A solicitud del clero
te preguntamos, ¿qué es lo que quieres de nosotros?”
La Virgen les dice
que quiere una Capilla
a lo que los visionarios dicen:
“Sí, la tendremos”.
María dijo que quería que
todos vinieran a la capilla y dijo:
“Oren, oren mucho en la presencia del Señor”.
Ella llamó a la comunidad parroquial
a la adoración perpetua
y dijo: “oren siempre”.
Cuando María se le apareció a Marieta Beco
en Banneux, Bélgica en 1933
la niñita le preguntó a la Virgen:
“¿Qué es lo que deseas Mi Señora?”
La Santísima Madre dio
la misma respuesta en Banneux
que ha dado cada vez,
en cada lugar en que se ha aparecido.
“Me gustaría una pequeña capilla”
en donde Ella llama a la “oración incesante”
en la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento.
Cuando la Santísima Madre vino
a Medjugorje, Bosnia en 1981,
pidió que se construyera
una capilla en la colina de las apariciones.
Entonces dio un mensaje universal
para animar la divulgación
de la adoración perpetua alrededor del mundo
cuando dijo:
“Adoren incesantemente al Santísimo Sacramento del Altar
donde “gracias especiales” se dan a aquellos
que vienen a Jesús en la Eucaristía”.
Conversiones incontables han resultado
de los millones de personas que han ido
a Medjugorje y se han beneficiado
de estas “gracias especiales”
que fluyen de la capilla de adoración.
Pero uno no tiene que ir a Medjugorje
ni a ningún otro lugar de peregrinación
para recibir las “gracias especiales”
que fluyen del Santísimo Sacramento.
Estas “gracias especiales” están disponibles
en cualquier lugar del mundo
para cualquier persona que vaya ante el Señor
expuesto en el Santísimo Sacramento.
El Papa Juan Pablo II exhortó a todos
a que visiten frecuentemente su parroquia
en donde Jesús está verdaderamente presente
en el Santísimo Sacramento.
El Señor nos llama a pertenecer a la comunidad,
pero también nos llama a pertenecerle a Él
desarrollando una relación personal
con Él en el Santísimo Sacramento.
El Papa explicó que
“nuestra participación comunitaria en la Misa
debe ir unida a nuestra devoción personal al Santísimo Sacramento,
de tal manera que nuestro amor por Jesús sea completo”.
El Papa dijo: “Jesús te espera
en este sacramento de Su amor
en donde Él repite su eterno llamado:
´ ¿No han podido velar una hora conmigo?´”
Cualquier lugar, donde sea, puede convertirse
en una capilla pues no es
la piedra ni el mármol
lo que hace a un lugar santo
sino la Presencia del Señor.
El propósito de una capilla
que esté abierta 24 horas al día
es que Jesús esté disponible para todos y a toda hora
pues a menudo una iglesia está cerrada con llave.
El lema pastoral pontificio del Papa Juan Pablo II fue:
“No tengan miedo. Abran, abran de par en par las puertas a Cristo
en la Eucaristía, en donde contemplamos al Cordero de Dios.
Vengan y adorémosle”.
María apareció en Medjugorje por primera vez
el 24 de junio de 1981,
en la fiesta de Juan el Bautista,
porque Su papel es como el papel de Juan El Bautista.
Como Juan el Bautista quien dijo
“he ahí el Cordero de Dios”,
Ella nunca ha dejado
de señalar al Cordero.
Esto se hace verdaderamente evidente
en la visión celestial
presenciada en Knock, Irlanda, el 21 de agosto de 1879.
Cuando María apareció en Knock
no se dijo ni una palabra;
Ella no dijo nada porque
la visión era el mensaje.
La visión fue María
rezando en silenciosa adoración
ante la presencia del Cordero
glorificado en el Altar.
La visión ocurrió en las afueras
de la parroquia para hacer visible
la realidad que no se ve de lo que ocurre en el altar
de cada iglesia Católica del mundo.
Como María estuvo al pie de la Cruz
y nunca dejó a Su Hijo abandonado,
así ahora Ella nunca deja Su Presencia en la Eucaristía
ofreciéndole amor y gratitud perpetuos por ser nuestro Salvador.
María es un modelo para toda la Iglesia
pues su aparición en Knock es un llamado universal
a la adoración perpetua en cada parroquia del mundo.
Juan el Evangelista estaba en la visión
con la Biblia abierta
en el Libro del Apocalipsis diciendo:
“Digno es el Cordero que fue degollado,
de recibir adoración incesante
por todo lo que Él ha hecho por nuestra salvación”.
El Cordero es un símbolo
de la presencia sacrificial
de Jesús verdaderamente presente
en el Santísimo Sacramento.
El símbolo proviene
de la noche del Jueves Santo
cuando Jesús escogió
instituir la Eucaristía.
Era la fiesta de Pascua
cuando un cordero inocente fue sacrificado
para salvar la vida de aquellos
que rociaron su sangre en el marco de las puertas.
Jesús es el Cordero de Dios
que entregó Su Cuerpo en la cruz
para que Él pudiera darnos Su Cuerpo
en la Sagrada Comunión, quien dijo:
“Yo soy el Pan Vivo bajado del cielo
y el pan que Yo os daré
es Mi Carne para la vida del mundo”.
Él dijo: “Pan Vivo”
no un pan que es simbólico
porque la Eucaristía es el regalo de vida
que fluye de la pasión de Cristo.
Cuando Él dijo:
“Yo Mismo soy el Pan Vivo”
significa que la Eucaristía es el regalo
de Jesús Mismo, el regalo de Su Corazón.
La Eucaristía es Jesús, el Cordero sacrificial
Quien entregó Su vida en la Cruz para que
nosotros tengamos vida en abundancia
y vivamos para siempre como Él dijo:
“Yo he venido para que ustedes tengan vida
y la tengan en abundancia.
Quien come de este pan tendrá vida eterna.
Yo soy la Resurrección y la Vida”.
La Eucaristía es el sacramento
de la Vida y Resurrección
del Salvador resucitado
oculto bajo la apariencia
de la Sagrada Hostia.
Como una nube esconde
la luz del sol,
la gloria del Señor está escondida
en el misterio de la Eucaristía.
Cuando Su gloria sea revelada
en la Eucaristía,
transformará al hombre
y resucitará a toda la creación.
Como el sol
que brilla sobre todo,
Su luz renovará
a toda la creación.
Cuando Cristo se transfiguró
en el Monte Tabor
“Su cara brilló como el sol
y sus ropas se volvieron deslumbrantes como la luz”.
Como una nube que vino y cubrió
Su gloria en el Monte Tabor,
así mismo, la Sagrada Hostia
oculta Su gloria en la Eucaristía.
El Papa Juan Pablo II dijo:
“en el Monte Tabor Jesús fue transfigurado.
Cuando nosotros venimos a Él en el Santísimo Sacramento
es Jesús quien nos transfigura con Su gloria”.
Lo que pasa en una hora santa de oración
en la presencia de Jesús
en el Santísimo Sacramento se describe
en este pasaje de San Pablo:
“Todos nosotros mirando hacia el Señor
estamos siendo transformados
de gloria en gloria y estamos siendo hechos
a imagen y semejanza de Dios mismo”.
En la historia de la Iglesia algunos santos
tuvieron el privilegio de ver
la gloria del Señor
revelada en la Eucaristía.
El Papa Juan Pablo II canonizó a una de dichas santas
llamada Sor Faustina.
Sor Faustina vio los rayos divinos
de amor y misericordia fluyendo desde
el Santísimo Sacramento
como una luminosa luz blanca y rosada.
Santa Catarina Laboure pensó que
alguien había dejado las luces encendidas
durante la noche,
sólo para descubrir que la luz venía de la Eucaristía.
Una luz blanca que venía de la Eucaristía
la pudo ver toda la congregación
cuando el sacerdote elevó la Sagrada Hostia
durante la Misa en una capilla en Amsterdam.
Fue en ocasión de la conmemoración
de la primera vez que se instaló
una pintura de Nuestra Señora de Todas las Naciones
en una Capilla diseñada para este propósito el 26 de junio de 1970.
En junio de 1973 en Akita, Japón
la Hermana Agnes Sasagawa vino a la capilla del convento
a adorar la Eucaristía.
Al abrir el sagrario
ella se sorprendió al ver
una luz más brillante que el sol
viniendo de la Eucaristía.
Cuando Jesús reveló Su Sagrado Corazón
a Santa Margarita María
ella también vio el fuego de Su divino amor
brillando más fuerte que el sol.
Ella estaba en oración
cuando Jesús se le apareció
desde el Santísimo Sacramento
expuesto en el altar y dijo:
“Tengo sed
una terrible sed de ser amado en este
Sacramento de Mi Amor”.
Cuando Jesús dijo en la cruz:
“Tengo sed”
no era por agua
sino por el amor del hombre.
Su sed era por amor
y Su sufrimiento en la cruz
fue porque Él no era ni amado,
ni querido.
Cuando Él dio su enseñanza sobre la Eucaristía,
Él perdió a todos sus discípulos
cuando ellos se alejaron de Él
y nunca caminaron con Él otra vez.
A través de los tiempos
las multitudes continuaron caminando alejados de Él,
del regalo de Su Corazón,
del regalo de Su Amor en la Eucaristía.
Él le dijo a Santa Margarita María que:
Él sufre más ahora
de lo que sufrió durante toda Su Pasión
porque Su amor en el Santísimo Sacramento es rechazado.
Desde cada sagrario en el mundo
Jesús exclama nuevamente
al corazón del hombre:
“Tengo sed”.
La Madre Teresa tenía estas palabras inscritas
en la pared a la par del crucifijo
y cerca del sagrario de cada capilla conventual
de las Misioneras de la Caridad: “Tengo sed”.
Ella hizo esto para recordarles a todos
que el más abandonado
y no amado de todos, es el abandonado
y olvidado Jesús en el sagrario.
La Madre Teresa dijo que:
“Lo que renovará a la Iglesia
y salvará al mundo
son las capillas de adoración perpetua
en nuestras parroquias”.
Lo que un oasis
es para el desierto,
es una capilla de adoración perpetua
para Jesús en el Santísimo Sacramento.
Una capilla de adoración perpetua
satisface la sed
del Corazón de Jesús
de ser amado
en el Santísimo Sacramento.
Es por esto que Nuestra Señora dijo en Fátima
que lo que Ella quería era una capilla,
para incentivar las capillas de adoración perpetua
en las parroquias en todo el mundo.
Cuando haya suficientes capillas
para satisfacer Su sed de ser amado
por Su Esposa, la Iglesia,
entonces Jesús mostrará a todo el mundo Su Divina Misericordia.
Lo que Santa Faustina y los santos vieron
mientras estaban en oración ante el Santísimo Sacramento,
lo verá el mundo entero
en cada capilla de adoración perpetua.
La visión durante la aparición
de Nuestra Señora de Knock
es un signo de
lo que está por venir.
Nuestra Señora estaba en adoración silenciosa
mientras que viniendo de un Cordero luminoso
sobre el altar había una luz brillante
que se podía ver a muchas millas a la redonda.
Esto es lo que sucederá
cuando Dios actúe
e intervenga por segunda vez
en la historia del hombre.
“El sol no te dará luz
durante el día
ni de noche te alumbrará la luna”. (Isaías 61:19)
“El Señor será tu luz perpetua,
tu Dios será tu gloria
y los días de lamentos
habrán terminado”. (Isaías 61:20)
“Yo, el Señor,
cumpliré rápidamente
estas cosas cuando
llegue su tiempo”. (Isaías 61:22)
Lo que pasó en Fátima
durante el milagro del sol
es una imagen de lo que pasará
cuando llegue el momento de Dios para intervenir.
Como el sol que irrumpió a través
de densas nubes que lo ocultaban,
la luz de Jesús
será revelada en la Eucaristía.
“En el día
cuando yo actúe
el Sol de la Justicia se levantará
con sus rayos sanadores”.
Los rayos sanadores de Jesús
brillarán desde la Eucaristía
y transformarán todo y a todos
con la gloria del Señor.
Lo que le pasó a Moisés
es apenas un leve reflejo
de lo que le pasará
a toda la raza humana.
Cuando Moisés estaba ante la Presencia del Señor
su cara se volvía tan radiante de gloria
que tenía que cubrírsela con un velo
cuando estaba con el pueblo.
Así como Moisés guió a la gente
hacia la tierra prometida,
cada hora santa en la Presencia del Señor
nos guía más cerca de la gloria de un segundo paraíso.
Jesús eligió la Pascua porque
Él se identificó con el cordero sacrificial
y porque celebra
la libertad del pueblo de Dios.
En el Antiguo Testamento
la Fiesta de la Pascua conmemora
para el pueblo de Dios el paso
de la esclavitud a la libertad.
Durante la esclavitud del Faraón,
el clamor de Dios
por el pueblo judío era:
“¡Libera a mi pueblo!”
Jesús eligió instituir
la Eucaristía en la fiesta de la Pascua
porque la Eucaristía
es el Sacramento de la libertad.
A través del poder de la Eucaristía
“el mundo mismo será liberado
de la esclavitud de la corrupción y
compartirá la libertad gloriosa
de los hijos de Dios”. (Rm 8:21)
El Papa Juan Pablo II dijo:
“El mundo está destinado a ser asumido
en la Eucaristía donde cada cosa y cada uno
será perfeccionado en el fuego
del divino amor”.
El Papa dijo: “Todo el mundo creado
antes de existir, ya existía en la mente de Dios y era
deseado por Él
en su eterno plan de amor”.
Este plan de amor es
“el Cordero que conquistará” y
“hará todas las cosas nuevas” y
“los tiranos no existirán más”.
Esto es por lo que el sol bailó
en Fátima el día del milagro;
fue una anticipación
de la victoria del Cordero.
Cuando María pidió una capilla
y señaló al sol,
Ella estaba diciéndoles a sus hijos
que le den a Jesús la gloria debida a su nombre.
De pronto el sol empezó a vibrar
con rapidez deslumbrante,
y a bailar en un movimiento de zigzag
mientras cruzaba el cielo de lado a lado.
Era el gozo del Señor
anticipando ser amado
en el Santísimo Sacramento
por Su Esposa, la Iglesia.
El sol dio vueltas alrededor y tembló
y giró sobre sí mismo
en una danza de libertad en anticipación
a la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
En el día del milagro,
el sol tomó todos los colores del arco iris
y todo lo demás
tomó los colores del sol.
Toda la gente, sus caras, sus ropas
y todo lo demás, los árboles y la grama
fueron bañados en los colores
del arco iris del sol.
El milagro fue un preludio
de la transformación de toda la creación
a la gloriosa luz de la Eucaristía.
Así como Jesús fue transfigurado en el Monte Tabor,
así también Jesús transfigurará todo y a todos
con la belleza de Su amor
en la Eucaristía.
Como Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de
la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor,
así toda la raza humana será testigo
de la gloria de Jesús en la Eucaristía.